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Una mujer decidió darse un gran capricho por su 70 cumpleaños alojándose en un hotel muy bonito.
Cuando se marchó a la mañana siguiente, el recepcionista le entregó una factura de 250 dólares.
Exigió que le explicaran por qué le habían cobrado tanto: «Estoy de acuerdo en que es un buen hotel, pero las habitaciones no valen 250 dólares por pasar una noche, ¡ni siquiera he desayunado!
El recepcionista le dijo que 250 dólares era la tarifa estándar y que el desayuno estaba incluido si ella lo hubiera querido. Insistió en hablar con el gerente.
El gerente apareció y, advertido por el recepcionista, anunció: «Este hotel tiene una piscina olímpica y un enorme centro de conferencias que se pueden utilizar».
«Pero yo no los he utilizado». Bueno, están aquí, y podrías haberlo hecho».
Le explicó que también podría haber visto uno de los espectáculos del hotel, por los que eran tan famosos: «Aquí actúan los mejores artistas del mundo».
«Pero yo no he ido a ninguno de esos espectáculos».
«Bueno, los tenemos, y podrías haber ido».
Fuera cual fuera la amenidad mencionada por el gerente, ella respondía: «¡Pero si no la he utilizado!», y el gerente contraatacaba con su respuesta habitual. Tras varios minutos de discusión, y con el director aún impasible, decidió pagar, extendió un cheque y se lo entregó.
El director se sorprendió al ver el cheque. «Pero señora, este cheque es de sólo 50,00 dólares» «Así es, le cobré 200,00 dólares por acostarse conmigo».
«¡Pero no lo hice!»
«Pues que pena, yo estaba aquí y podrías haberlo hecho».
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