Trampolín de los deseos
Había una vez un pozo de los deseos y un trampolín que servía para saltar sobre él y en el aire pedías un deseo y caías sobre lo pedido.
Entonces fue un ambicioso y al saltar pidió en el aire mucho dinero y zas! cayó sobre él.
Después fue un salido y pidió muchas mujeres para ya saben que hacer con ellas y zas! cayó sobre ellas.
En eso fue un tontorrçon que ya era bestia de por sí. Este al saltar se golpeó con el hierro del trampolin y gritó mierda!, y zas!, imaginense!…