La CIA
– Queremos saber si nuestros agentes cumplirían nuestras ordenes bajo cualquier circunstancia, así que tendrán que superar una dura prueba.
Le dan a una de las mujeres la pistola y le dicen:
– Su marido está en esa habitación atado a una silla. Entre y mátelo.
La mujer mira horrorizada la pistola, y dice:
– No, no, imposible. Amo a mi marido más que a nadie, no podría jamás hacer eso.
– Muy bien, pues nada, desátelo y márchese a su casa con él. No es la persona que necesitamos.
Le dan la pistola a la otra mujer y le dicen lo mismo. Ella coge la pistola temblorosa y al momento la deja caer llorando.
– Muy bien, señora, tranquila. Márchese a casa con su marido.
Entonces le toca al hombre. Le dicen que está su mujer atada en el cuarto de al lado, y él coge la pistola y entra. Antes de cerrarse la puerta ya le ha vaciado medio cargador a la mujer. Entonces se cierra la puerta y se oyen más disparos. A continuación, se comienzan a oir gritos y golpes. De repente se hace el silencio, y sale el hombre jadeante y manchado de sangre, y dice:
– Joder, a ver si os fijáis mejor, que me habéis dado la pistola de fogueo y he tenido que matarla a hostias con la silla.
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