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El padre y el pecador
Este muchacho, Juan, va a la iglesia a confesar sus pecados.
«Padre» dice Juan «he pecado».
El padre responde «dime, hijo, libera tus pecados».
Juan prosigue:
«Padre, el lunes estaba en la casa de mi novia y Padre, la casa sola, ella sola, yo solo; Padre peque».
El Padre contesta:
«No te preocupes, hijo. Es natural en un muchacho joven como tu el tener esos pensamientos y compartitlos con tu novia. No es un pecado grande, asi que dos rosarios te liberaran de culpa»
«Es que Padre» interrumpe Juan
«esto no termina ahi. El martes, estaba en la casa de mi novia y estaba la mama de mi novia y bueno, ella sola, yo solo, la casa sola… Padre, pequé».
«HIJO» dice el padre
«debes ser mas cauteloso y tratar de aguantar esos impulsos. Ocho rosarios te liberan de culpa».
A lo que Juan responde:
«es que Padre, el miércoles estaba en la casa de mi novia y la tía estaba ahi. Y bueno, ella sola, yo solo, la casa sola, Padre pequé.»
El padre ya sorprendido, le dice a Juan:
«Hijo, tienes mas trabajo que hacer. Piensa lo que hiciste y reza…»
Juan interrumpe al padre otra vez:
«Padre, es que el jueves estaba en la casa de mi novia y allí estaba su abuelita. Ella sola, yo solo, la casa sola. Padre, padre pequé una vez mas».
Un silencio absoluto se apoderó de la iglesia.
El padre no contestaba.
«Padre, Padre» gritó Juan mientras lo buscaba.
Al fin lo vio, agarrado de uno de los abanicos del techo.
«Pero, padre, que hace usted ahí arriba».
A lo cual el nervioso padre contesta:
«Hijo, hoy es domingo… Yo estoy solo, tu estas solo, la iglesia esta sola, y no quiero que peques más».
«Padre» dice Juan «he pecado».
El padre responde «dime, hijo, libera tus pecados».
Juan prosigue:
«Padre, el lunes estaba en la casa de mi novia y Padre, la casa sola, ella sola, yo solo; Padre peque».
El Padre contesta:
«No te preocupes, hijo. Es natural en un muchacho joven como tu el tener esos pensamientos y compartitlos con tu novia. No es un pecado grande, asi que dos rosarios te liberaran de culpa»
«Es que Padre» interrumpe Juan
«esto no termina ahi. El martes, estaba en la casa de mi novia y estaba la mama de mi novia y bueno, ella sola, yo solo, la casa sola… Padre, pequé».
«HIJO» dice el padre
«debes ser mas cauteloso y tratar de aguantar esos impulsos. Ocho rosarios te liberan de culpa».
A lo que Juan responde:
«es que Padre, el miércoles estaba en la casa de mi novia y la tía estaba ahi. Y bueno, ella sola, yo solo, la casa sola, Padre pequé.»
El padre ya sorprendido, le dice a Juan:
«Hijo, tienes mas trabajo que hacer. Piensa lo que hiciste y reza…»
Juan interrumpe al padre otra vez:
«Padre, es que el jueves estaba en la casa de mi novia y allí estaba su abuelita. Ella sola, yo solo, la casa sola. Padre, padre pequé una vez mas».
Un silencio absoluto se apoderó de la iglesia.
El padre no contestaba.
«Padre, Padre» gritó Juan mientras lo buscaba.
Al fin lo vio, agarrado de uno de los abanicos del techo.
«Pero, padre, que hace usted ahí arriba».
A lo cual el nervioso padre contesta:
«Hijo, hoy es domingo… Yo estoy solo, tu estas solo, la iglesia esta sola, y no quiero que peques más».
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