Cuando una mujer intenta descansar en su dormitorio, su marido viene inmediatamente y se sienta a su lado.
Al cabo de unos segundos, le pasa las manos por el cuello y la espalda.
La mujer empieza a sentir con su marido algo que hacía mucho tiempo que no sentía, pero se hace la indiferente.
Su marido, suavemente… suavemente, sigue pasando las manos por distintas partes de su cuerpo. Ella siente un agradable calor que entra en su cuerpo y su respiración se hace más profunda.
Después de acariciarle las manos, desliza las suyas por debajo de la cintura y desciende hasta sus redondas nalgas.
Ella siente su aliento caliente en el pecho y, sabiendo que será difícil resistirse por más tiempo, se ajusta levantando las caderas, separando y separando las rodillas y, justo cuando cree que su marido va a abrazarla como no lo ha hecho en mucho tiempo, él se da la vuelta, ajusta la almohada, la pone boca arriba y respira hondo.
La mujer asombrada pregunta en voz baja:
-¿Qué ha pasado?
-Ya estoy listo ..’. El hombre responde.
-¿Ya? -pregunta ella.
-Ya hallé el control remoto. Te puedes ir a domir.
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